Por: Natalia Maya Castro
En muchas ocasiones se siente tristeza y en algunas personas esta emoción se mantiene por mucho tiempo junto a otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar tareas en la vida cotidiana y que interfiere en la capacidad de pensar, aprender y desarrollarse social y académicamente.
La depresión según Rey, Bella & Liu (2015), está caracterizada por tristeza o infelicidad persistente, pérdida del disfrute de las actividades cotidianas, irritabilidad, y síntomas similares, tales como pensamientos negativos, falta de energía, dificultad para concentrarse, y alteraciones del apetito y el sueño. Las manifestaciones pueden variar dependiendo de la edad, el género, y antecedentes educacionales y culturales.
Moya y Echeverría (2017), indican que aproximadamente un 5 a 10% de niños sufren síntomas depresivos, que provocan cierto deterioro en su funcionamiento y aumentan el riesgo de psicopatología en el futuro. Los trastornos depresivos en la edad temprana se encuentran entre un 2% y el 5% y en la adolescencia, entre el 4% y el 8%, con una prevalencia del 25% al final de la adolescencia, siendo un importante problema de salud pública por su alta prevalencia y por el incremento en la morbilidad y mortalidad psicosocial. Por ello, es esencial la detección, diagnóstico e intervención en esta enfermedad, así como el desarrollo de programas y estrategias de prevención.
Según Avalia (2012), en el niño o adolescente es más frecuente encontrarlo irritable, que triste o sin energía. Es más probable que se queje de molestias físicas, por ejemplo: somatización, alteración del apetito o disminución del rendimiento escolar. Los padres notan o se quejan de la pérdida de interés en sus juegos y amigos. En adolescentes la depresión puede coincidir con cambios de carácter y conducta recientes, mayor rebeldía, desobediencia, inicio de consumo de drogas, alcohol, y otras conductas de riesgo.
Es importante tener presente que algunos niños o adolescentes con depresión van a negar sentirse tristes o ni siquiera van a ser conscientes de la tristeza y esto no significa que no estén pasando por depresión.
Frecuentemente, la depresión en niños y adolescentes no es detectada a tiempo o tratada. Algunos, tienden a presentar problemas conductuales o físicos, que pueden confundir o encubrir los síntomas depresivos habitualmente vistos en los adultos. Los síntomas de manera más detallada que puede indicar una posible depresión, según Rey, Bella & Liu (2015, P.10), a los que se debe estar atentos son:
1. Irritabilidad o mal humor.
2. Aburrimiento crónico o pérdida del interés en actividades de ocio que antes disfrutaba (por ejemplo, abandonar las actividades deportivas, o clases de danza y música, etc.)
3. Retraimiento social, o no querer “pasar el rato” con los amigos.
4. Evitar ir a la escuela.
5. Disminución en el desempeño académico.
6. Cambios en el patrón de sueño-vigilia (por ejemplo, dormir hasta tarde y negarse a ir a la escuela).
7. Frecuentes quejas de sentirse enfermo, dolor de cabeza, dolor de estómago, que no tienen explicación.
8. Desarrollo de problemas conductuales (como volverse más desafiante, escapar de casa, acosar a otros).
9. Abusar del alcohol u otras sustancias.
Hay múltiples factores que están asociados con la aparición, la duración y la recurrencia de trastornos depresivos en la infancia y la adolescencia. No existen causas únicas claramente definidas; se describen múltiples causas divididas en factores genéticos, factores ambientales, eventos vitales y las características propias del niño (Avalia, 2012).
1. Los niños no se deprimen.
2. La depresión infantil es una etapa del desarrollo humano normal.
3. La depresión infantil es una enfermedad poco frecuente.
4. La depresión infantil no existe antes de una edad determinada.
5. La depresión infantil es una enfermedad transitoria.
Aunque algunos niños o adolescentes pueden presentar uno o más síntomas de depresión, generalmente se considera un trastorno depresivo si se observan cinco o más de los síntomas descritos con anterioridad, por un periodo mínimo de dos semanas durante la mayor parte del día y estos causan una interferencia significativa en el día a día (Rey, Bella & Liu, 2015).
Es normal que los padres duden o se pregunten si su hijo presenta depresión porque se evidencian algunos cambios en la conducta y se cuestionen si deberían esperar o buscar ayuda. Si presenta esta duda, es importante que realizar una evaluación de salud mental para obtener un diagnóstico y en caso de que sea confirmado obtener un plan de tratamiento. Las evaluaciones de salud mental las realizan personas especializadas en salud mental como psiquiatras o psicólogos.
1. Si observas conductas como las mencionadas anteriormente pídele al niño que le exprese sus sentimientos.
2. Si el menor presenta pensamientos relacionados con hacerse daño o ha presentado conductas autolesivas es importante llamar al teléfono de emergencias, buscar ayuda médica en el punto más cercano o solicitar apoyo telefónico de profesionales de la salud.
3. Es relevante que aprendas más cosas sobre la depresión, de manera que se pueda entender mejor sus síntomas y su significado para así obtener una guía inicial.
4. Busca ayuda de un psicólogo u otro profesional de la salud. De esta manera se podrá recibir un diagnóstico adecuado y conocer las opciones de tratamiento.
Es importante detectar a tiempo la depresión ya que los trastornos del ánimo siguen siendo los predictores más altos de suicidio en adolescentes y cuando más temprano se instala el trastorno depresivo, mayor es el riesgo. La depresión en niños y adolescentes no es un mito, es una realidad cuya aparición va en incremento (Pacheco y Chaskel, 2016).
Avalia. (2012). Depresión en la infancia y adolescencia. Información para el paciente, familiares y personas interesadas. Ministerio de sanidad y política social. Recuperado de: https://consaludmental.org/publicaciones/DepresionInfanciaadolescencia.pdf
DSM – 5. (2016). Suplemento del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Quinta edición. Copyright © 2017 American Psychiatric Association. Recuperado de :https://dsm.psychiatryonline.org/pb-assets/dsm/update/Spanish_DSM5Update2016.pdf
Erika’s Lighthouse. (2019). Manual para padres sobre la depresión infantil y adolescente. Segunda Edición. .Recuperado de: http://www.erikaslighthouse.org/wp-content/uploads/2019/10/EL_ParentHandbook_2019-Spanish.pdf
Rey, J. Bella, T y Liu, J. (2015). Trastornos del ánimo. Depresión en niños y adolescentes. Capítulo 1. Manual de Salud Mental Infantil y Adolescente de la IACAPAP. Recuperado de: https://iacapap.org/content/uploads/E.1-Depresi%C3%B3n-Spanish-2017.pdf
Moya, R y Echeverría, F. (2017). Depresión y suicidio en la infancia y adolescencia. Psiquiatra. Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil “Sarriguren”. Navarra. Recuperado de: http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Depresi%C3%B3n%20y%20suicidio%20%20en%20la%20infancia%20y%20adolescencia%20.pdf
Pacheco, P. y Chaskel, R. (2016). Depresión en niños y adolescentes. Universidad de los Andes y
Universidad del bosque, Colombia. Recuperado de: https://scp.com.co/wp-content/uploads/2016/04/3.-Depresi%C3%B3n.pdf
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